domingo, 18 de enero de 2009

24, el séptimo día

Soy más Jack Bauer que nunca, pero también soy más Bill Buchanan, Chloe O'Brian y Tony Almeida que nunca. Porque lo prometido es deuda y los árabes (de momento) no son los malos. Porque 24 ha vuelto a demostrar que sus argumentos independientes entre una y otra temporada son los que la hacen imprevisible y magnífica, y logran que odiemos una (la sexta) y adoremos otras. Porque ver a cuatro de los mejores personajes de la historia de '24' trabajando en secreto, contracorriente, fuera de la ley, no tiene precio.

Comienza con Jack rindiendo cuentas ante la justicia por todos los crímenes cometidos durante su etapa en la UAT, pero antes de que pueda terminar su declaración ante el tribunal una agente del F.B.I reclama al agente Bauer para colaborar en una situación de crisis.

Jack trabaja junto al F.B.I para dar captura a un terrorista que ha puesto contra la pared al gobierno de la recién estrenada Presidenta Taylor, se trata de un viejo conocido, Tony Almeida. A las pocas horas sabremos las razones de que Tony todavía siga con vida (recordemos que creimos verle morir en la quinta temporada) y nos sorprenderá al descubrir que en realidad está en una misión secreta para desenmascarar a una administración corrupta.

Pero Tony no trabaja sólo, Bill Buchanan y Chloe O'Brian son también miembros de este equipo clandestino al que finalmente acaba uniéndose Jack Bauer. Todo esto y más en cuatro horas.

El principio de la séptima temporada llega como un soplo de aire fresco a una serie que demuestra que ha sabido reinventarse en un momento en el que todas las cartas jugaban en su contra.

Sería genial que el nivel del sexto día fuera igual que los cuatro episodios iniciales y sirviese de colofón final a una de esas grandes series que sin duda nos han hecho trasnochar.

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